domingo, febrero 26, 2012

A lo que llamas diógenes...

Yo le llamo sabor efímero de los recuerdos.

Viendo las cosas que acumulamos en cajones, estantes y armarios; cualquier persona se vería impelida a decir que tenemos una casa llena de trastos que crian polvo.O sobretodo: ácaros.

Pero ellos no saben la verdad.No ven más allá.
No vemos una caja vacía , vemos un cúmulo de emociones al abrirla.
Ellos verán un jarrón roto y pegado , nosotros veremos un momento una y otra vez, unas palabras y una sensación.

Es como poner una película antigua que nos encanta visionar , sobretodo la escena preferida. Nuestros objetos atesorados son como esa escena que nos apasiona y cada vez que los miramos nos teletransportamos al momento en que lo recibimos o que significó tanto para nosotros.Nos gusta revivir.
Por lo que aunque nuestros allegados tuerzan el gesto y digan que tenemos cosas inservibles, nosotros sabremos la verdad.

También nos dirán que son cosas que nos anclan al pasado y no está bien, o que de nada sirve tenerlas. ¿Pero porque no está bien? ¿Que mal puede encerrar guardar una carta antigua, un anillo de amistad o un peluche que ya ni es suave?.
Cierto que se crea un bucle extraño en cuanto vamos guardando cosas y se nota a medida que pasan los años y la casa se vuelve un museo antiguo. Recuerdo en un programa de televisión una señora que vivía envuelta de muñecas antiguas, visillos y plata barata. Parecía la vuelta a los años 50. Yo nunca pensé que su casa era horrible o cuánta "porquería". No soy nade para juzgar el alma y corazón de nadie que haciendo determinadas cosas , es feliz. Porque si a esta persona que le encanta ponerse pamela y tomar el té en vajilla de porcelanosa y le tiramos estas cosas ¿que estaremos haciendo?. Yo diría que una especie de condena a la tristeza. Me gustó ver el rostro de ella sonriendo y enseñando sus tesoros.

Mirad mi jarrón, "¡oh!Si le falta un cachito! ". Sí, nunca llegué a encontrarlo.
Fue divertido recibirlo, porque tenía que llegar el día de mi cumple y va y se equivocaron. NO me lo esperaba y encima al ponerlo en la mesa, pesaba tanto que volcó! y se rompió en mil pedacitos. Yo me sentí muy culpable, busqué los trocitos y los enganché y recompuse. Menos el agujerito. Y pasé vergüenza al admitir a la persona que me lo envió que se había roto. Yo que tanto valoro cualquier detalle que me dan , que se me estropee es superior a mi.
Ahora lo guardo y miro con cariño. Es mi vasija rota y me lleva a las flores de colores que contenía. :)



Complicado y criticable, lo asumo.

miércoles, febrero 22, 2012

Despedidas

Esta vez un video de Mahme

viernes, febrero 17, 2012

Un lugar llamado palabralandia


¿Dónde van las palabras que se lleva el viento?

Ciertamente, debe ser un lugar del tamaño de un continente porque de tantas que han sido arrastradas han sedimentado.
Hace unas semanas leía un tema dedicado al "luego,más tarde,mañana" en el que nos exponía como una de las tendencias actuales ante el trabajo, compromisos o situaciones de hacer, era excusarse con "luego lo hago". Un "luego" que queda diplomaticamente correcto, porque es un luego que siempre es luego. Nunca puedes quedar mal, nunca llega.
Ahí es dónde entran las palabras que se lleva el viento.
Palabras que se quedan tan flaquitas que cualquier soplido se las lleva lejos. Pero ellas no salen debiluchas del horno, sinó gozosas , rellenitas y hermosas; dichas por la misma persona que luego las mete en la jaula y las deja adelgazar. ¡Promesas al aire!
Promesas; ya que por más que intento pensar qué otro tipo de flaquitas se confunden con pájaros migratorios, no caigo.
Y bien lo sabian los civilistas romanos que postularon que aunque el contrato no se dejara por escrito el valor de la palabra ya tenía suficiente peso como para hacerlo cumplir.
Entonces me dirás que palabralandia no existe en virtud de lo anterior. Pero claro, ahí entra en juego nuestra querida presunción y el valor de la prueba. Si no puedes demostrar lo que te prometieron como vas a obligar a su cumplimiento?

"Paseaba por las tierras rugosas, tristes y grises, de palabras caidas en el olvido cuando topé con las mias propias... tropecé con mis "lo acabo después". Me agaché a recoger la frase entera y fue como visualizarme.Las pronuncié dejándolas caer en su momento . Y con gran añoro escuché el susurro de mi voz repetirse una y otra vez.
No es que se repitiera sinó que de repente mucha más gente había dicho lo mismo en algún momento y todas hablaban. Luego se volvió ensordecedor. Todas las palabras se repetian, gritaban o susurraban aturdiendo mi entendimiento. Todas hablaban para quejarse. No querian estar ahí.
¿Porqué no cumplimos lo que decimos y no pasa nada?. Pisando mi pasado verbal me avergonzaba por si alguna vez molesté o quedé mal. Y pensé en recoger el resto y llevármelas en un saco para devolverlas a sus dueños. Si yo veía mi falta de rigor los demás podrian ver el suyo.Enmendar nuestros fallos. Pero eran demasiadas y muy pesadas del tiempo que llevaban tiradas...Por supuesto, estabamos hablando de un continente ya.
No podía luchar contra la falta de compromiso. En el fondo era quién cuando pronunciaban un discurso de flojera estaba ahí para soplar bien fuerte. Lo imaginaba como una gran boca cual Luna de medianoche empujando letras."

Cierto es que nos quejamos de que nos engañan con promesas que no se cumplen. Pero también en regaña dientes lo decimos. Forma parte de nuestro ser humano y quién diga que siempre ha cumplido está de nuevo lazando palabras al aire.
No gusta que no cumplan lo que prometen porque aunque parece que con el tiempo es menos molesto, porque vamos olvidando con la espera amarga; es más terrible recordar para siempre lo que te prometieron en su momento y la ilusión que floreció como mala hierba .

martes, febrero 14, 2012

segundo video

surpriseeeee!!!!!

14 de febrero.

Hola!

Os dejo este video rápido antes de hacer más cosas.
Luego otro video sorpresa!

martes, febrero 07, 2012

Un lugar llamado palabralandia


¿Dónde van las palabras que se lleva el viento?

Ciertamente, debe ser un lugar del tamaño de un continente porque de tantas que han sido arrastradas han sedimentado.
Hace unas semanas leía un tema dedicado al "luego,más tarde,mañana" en el que nos exponía como una de las tendencias actuales ante el trabajo, compromisos o situaciones de hacer, era excusarse con "luego lo hago". Un "luego" que queda diplomaticamente correcto, porque es un luego que siempre es luego. Nunca puedes quedar mal, nunca llega.
Ahí es dónde entran las palabras que se lleva el viento.
Palabras que se quedan tan flaquitas que cualquier soplido se las lleva lejos. Pero ellas no salen debiluchas del horno, sinó gozosas , rellenitas y hermosas; dichas por la misma persona que luego las mete en la jaula y las deja adelgazar. ¡Promesas al aire!
Promesas; ya que por más que intento pensar qué otro tipo de flaquitas se confunden con pájaros migratorios, no caigo.
Y bien lo sabian los civilistas romanos que postularon que aunque el contrato no se dejara por escrito el valor de la palabra ya tenía suficiente peso como para hacerlo cumplir.
Entonces me dirás que palabralandia no existe en virtud de lo anterior. Pero claro, ahí entra en juego nuestra querida presunción y el valor de la prueba. Si no puedes demostrar lo que te prometieron como vas a obligar a su cumplimiento?

"Paseaba por las tierras rugosas, tristes y grises, de palabras caidas en el olvido cuando topé con las mias propias... tropecé con mis "lo acabo después". Me agaché a recoger la frase entera y fue como visualizarme.Las pronuncié dejándolas caer en su momento . Y con gran añoro escuché el susurro de mi voz repetirse una y otra vez.
No es que se repitiera sinó que de repente mucha más gente había dicho lo mismo en algún momento y todas hablaban. Luego se volvió ensordecedor. Todas las palabras se repetian, gritaban o susurraban aturdiendo mi entendimiento. Todas hablaban para quejarse. No querian estar ahí.
¿Porqué no cumplimos lo que decimos y no pasa nada?. Pisando mi pasado verbal me avergonzaba por si alguna vez molesté o quedé mal. Y pensé en recoger el resto y llevármelas en un saco para devolverlas a sus dueños. Si yo veía mi falta de rigor los demás podrian ver el suyo.Enmendar nuestros fallos. Pero eran demasiadas y muy pesadas del tiempo que llevaban tiradas...Por supuesto, estabamos hablando de un continente ya.
No podía luchar contra la falta de compromiso. En el fondo era quién cuando pronunciaban un discurso de flojera estaba ahí para soplar bien fuerte. Lo imaginaba como una gran boca cual Luna de medianoche empujando letras."

Cierto es que nos quejamos de que nos engañan con promesas que no se cumplen. Pero también en regaña dientes lo decimos. Forma parte de nuestro ser humano y quién diga que siempre ha cumplido está de nuevo lazando palabras al aire.
No gusta que no cumplan lo que prometen porque aunque parece que con el tiempo es menos molesto, porque vamos olvidando con la espera amarga; es más terrible recordar para siempre lo que te prometieron en su momento y la ilusión que floreció como mala hierba .